09 julio 2010

Sergio Algora, dos años de viaje hedonista

-A Sergio Algora:

Dos años se cumplen hoy desde que cogiste el equipaje y decidiste viajar y, sobre todo, VIVIR. Amar y vivir, pocos fueron los que lo consiguieron; para tí, la única razón de ser. Dicen que el tiempo cura las heridas... ahora, gracias a él y a la distancia que nos otorga respecto al momento en que facturaste tus días en una indeterminada terminal, sabemos que lo que para nosotros es un mundo, para tí era una simple calle de un barrio inhabitable.

Todavía no ha terminado de cicatrizar el estigma que aquella mañana inflingió la voz de Jesús en mi piel. Se trata de Sergio, me dijo. Ha salido sin dejar señas, ha tomado un vuelo con destino desconocido y no sabemos cuando volverá. Muchos fuimos los que no comprendimos por qué fue así como lo decidiste. Y créeme, aún ahora, me cuesta comprender por qué no sigues sirviendo "el verdadero gin-tonic". Pero no importa, he aprendido a preparármelos casi como lo hacías tú. ¿Sabes? en otro momento, hubiera escrito esto con lágrimas traicioneras brotando de mis lagrimales. Pero ya lo conseguí, hace un tiempo logré tenerlo claro y comprendí por qué tuviste que hacerlo. Tu nombre nunca cabrá en las enciclopedias.

Repasé tus textos, escuché tus canciones, recordé todas las palabras, gestos y conclusiones que sacamos durante aquella sobremesa en el Mombasa. Vislumbré, de nuevo, entre mis recuerdos, todos y cada uno de los conciertos. Recorrí tus calles, tus bares, me refugié numerosas noches y algunas mañanas detrás de las más diversas bebidas espirituosas. ¿Por qué no decirlo? intenté correr hasta alcanzarte. Unas veces sobrio y otras no. Hubo días en que sentí que estaba a escasos segundos de darte caza, los hubo también que me desesperé ante la encrucijada de caminos que tejiste hábilmente para disfrutar tú solo del viaje de la vida. Para que nadie pudiéramos encontrarte.

Pero insisto, ahora ya sé que VIVIR es lo que tú decidiste y que cada 9 de Julio, todos los que un día te quisimos y que no dejaremos de hacerlo nunca, celebraremos tu mensaje de amor y de fraternidad descorchando una botella de champán francés, como tú tantas veces hiciste. Viviremos, en cada gasificado sorbo, momentos que no volverán, pero ganaremos la certeza de que tarde o temprano tú volverás, tal y como prometiste. Y si no vuelves, tranquilo, te alcanzaremos, porque todos, tarde o temprano, decidiremos viajar y en el camino nos encontraremos. Sonreíd pues por eso y decíd con convicción: ¡Por Sergio! al tiempo que las copas hacen chin-chin.

/...Hoy no es un año más... son dos menos.../


02 junio 2010

La estafa de Movistar



Magnífica metáfora la del nuevo anuncio de Telefónica, o Movistar, o como Dios quiera que se llame ahora. Dos varones, niño y anciano, que deciden colocarse sendas caretas de gallo y se tiran al monte a pegar kikirikidos.

Unos pensarán que es una estupidez de anuncio, otros lo encontrarán hasta tierno. Yo era de los primeros, pero ahora lo valoro como la imágen más fiable de la empresa citada. O, al menos, las imágenes que a mi enferma cabeza vienen cada vez que me toca hablar con su servicio de atención al cliente.

Les contaré el caso. En mala hora del día 24 de Mayo del presente año decidí hacer una migración (tal y como llaman ellos) de tarjeta prepago a contrato en unas condiciones aparentemente ventajosas y con teléfono móvil nuevo a coste cero. Todo eran sonrisas y confianzas por parte de la moceta que me enculó el asunto en la tienda de un conocido distribuidor oficial de la marca. Después de jurarme y perjurarme que conservaría todas mis condiciones del momento, incluído el descuento por el servicio "Mi favorito", me encuentro a los dos días consultando mis consumos en el servicio web de la operadora y... ¡zurrapa!, se jodió el invento; encuentro las tan temidas cifras abultadas respecto al citado número favorito.

Con toda la paciencia, tranquilidad y buena intención del mundo llamo al 1004, número de atención al cliente. Pues bien, después de lidiar durante más de cinco minutos con un contestador hijo de Satanás, ¡odisea!, consigo que me atienda un "operador". Perdón, todavía conservo la duda de si me atendió o me desatendió, y es que si al acento de Latin Queen del que hacía gala el colega le sumamos las interferencias que entraban por su pinganillo lo único que saqué en claro fue la entrada en ebullición de mi sangre.

A día 2 de Junio, y de momento, sólo he conseguido abrir dos expedientes de disconformidad, con dos interminables números de referencia para seguir protestando periódicamente hasta que se decidan a prestarle atención al asunto. Por supuesto, la tarificación de mi línea sigue siendo errónea, pero... o te jodes, o te rascas. No me saben dar otra solución hasta que como mínimo pase el primer mes y la primera factura. ¡De puta madre, co!.

No sé si alguno de los que me han atendido en el mentado 1004 habrán visto la película "Don Erre que Erre". No sé si, en la amplia suma de indios americanos con necesidad apremiante de logopeda, aparte de otros babosos anormales de carrito con nacionalidad española que me han soportado en el servicio de atención al cliente, conocerán al personaje de Don Rodrigo de Quesada magistralmente interpretado por Paco Martínez Soria. Por si acaso, y en primer lugar, siendo que según ellos no tengo otra elección, he ordenado a la entidad bancaria pertinente que devuelva todos los recibos y órdenes de cobro que vengan de Telefónica y/o Movistar. ¿Desde cuándo tengo que pagar la factura de un mes si es errónea?, ¿qué seriedad es ésa?. Lo segundo ha sido compartir mi bilis en este bendito lugar, y lo tercero será ir al defensor del consumidor.

Así que, después de leer este sermón, replantéense lo del anuncio. Cuando estén en mi lugar también abrazarán la idea de ponerse una careta de gallo, de pollo, de sapo o de Antonio Anglés si hace falta y querrán correr al monte más próximo a pegar kikirikidos y demás alaridos por no defecarse, con un estentóreo berrido, sobre las cabelleras de los personajes más ilustres del santoral cristiano.

Como ejemplo, aquí dejo un diálogo de besugos parecido a los que yo he podido tener en las últimas fechas:



P.D.: Perdón señor, a veces no sé entender los mensajes que me envías. En el fondo, soy un afortunado. Sin esta impagable experiencia jamás habría conocido el placer de comprender la idiosincrasia de uno de los grupos de estafadores más conocidos y mejor tolerados de este país. Que conste que los trabajadores del servicio de atención al cliente, tanto los de aquí como los de allá, no tienen ninguna culpa de esta situación.

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15 mayo 2010

La suspensión de Baltasar Garzón o el último golpe de Estado

¿Por qué? Pregunten a quienes gobiernan y sus cómplices opositores, entre otros.


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13 mayo 2010

Cancionero Freak | Eres tú

Mocedades. Viejóvenes. ¿Qué más da? No puede faltar en esta sacra colección aquél mítico conjunto vasco azote de los progres. Que limpieza en la voz, qué garra, qué dureza en los versos de esta canción-protesta. Con todo y con eso, segundo puesto en Eurovisión 1973 y la canción dando la vuelta al mundo. Reíros Poyeyas y Las Ketchup... para acabar en un puesto digno no hace falta tirar de coreografías energúmenas y tangas vistosos. Visto lo visto, ¿por qué no lo intentamos con Brotes de Olivo para 2011?



Desde aquí, que quede claro, no queremos ni lo uno, ni lo otro.

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12 mayo 2010

¿A qué huele... la SER? Roja directa a Paco González

Nada que añadir.

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11 mayo 2010

Buscando sensaciones

En estos tiempos en que nadie te da duros a cuatro pesetas, ando invirtiendo mi tiempo libre en el rescate y reproducción de viejos vinilos de ayer, hoy y siempre. Un entretenimiento como otro cualquiera que me devuelve altos intereses de placer hedonista.

Explicar lo que se siente al sacar de su sobre un vinilo que lleva aproximadamente unos cuarenta años sobre la faz de la tierra y escuchar ese sonido delicioso del microsurco es como intentar explicarle a un abstemio el placer de beberse un par de orujos después de una comida opípara y en buena compañía.

The Beatles, Simon & Garfunkel, Tom Jones, The Monkees, Henry Stephen, Cliff Richards, The Alan Parsons Project o Gainsbourg conforman una pequeña muestra de lo que últimamente ha rondado mis oídos. Pero si hay algún lugar de la geografía musical más veterana donde me he detenido ha sido en esos vinilos italianísimos que nunca deberían haber dejado de sonar.

Escuchándolos, uno puede transportarse hasta cualquiera de esas terrazas de la Costa Amalfitana o de la Costa Azul, aquellas donde el Martini corría y llegaba el glamour en estado puro de aquellas parejas que aparcaban un Alfa Romeo Giulietta justo en el borde del acantilado de enfrente. Ese estilo de los trajes de lino y los vestidos de gasa. El aroma de la Dolce Vita, como dijo Fellini. Riánse de los Beckham, CR9 y demás horteras de la modernidad.

San Remo, cuna del festival por antonomasia de la canción italiana. ¿Dónde queda San Remo? Tristemente desapareció en el océano creciente de años, meses y días. Hoy, con suerte, el savoir faire italiano nos llega en forma de Zuccheros, Tizianos Ferro, Neks, Ramazzottis y Pausinis. Retiro lo de con suerte. Porque, llegados a este punto me pregunto: ¿dónde quedan aquellos cantantes melódicos transalpinos desgarradores?, ¿dónde quedan esas voces románticas y elegantes?

Quisiera pensar que esa colección de baladas italianas de calidad todavía existen en algun lugar, en la garganta de alguien que por desgracia todavía no ha llegado hasta este lugar, muchos años después. Adamo, Battiato, Tozzi, Little Tony, Gianna Nannini, Pino d'Angiò e incluso Albano merecen un relevo mejor.

Claro está que para gustos se inventaron los colores, pero créanme, sin esa música mediterránea de siempre también acabaremos perdiendo los sueños que terminan con un amanecer soleado junto al mar azul, vermouth en mano, viviendo... amando.

...E vola vola si sa sempre più in alto si va, e vola vola con me, il mondo e matto perché e se l'amore non c'è, basta una sola canzone per far confusione fuori e dentro di te...

Ayer:


Hoy:


P.D.: Ustedes mismos, espero que observen diferencia.

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09 mayo 2010

Nueva Historia Ilustrada por... Belen Esteban

De princesa del pueblo (de ese pueblo al que no quiero pertenecer) a Dra. Honoris Causa de Historia va un paso. Al menos en este país que se ríe hasta de su sombra.



Comer no sé si comeremos... ¡pero anda que reírnos!...

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