-A Sergio Algora:
Dos años se cumplen hoy desde que cogiste el equipaje y decidiste viajar y, sobre todo, VIVIR. Amar y vivir, pocos fueron los que lo consiguieron; para tí, la única razón de ser. Dicen que el tiempo cura las heridas... ahora, gracias a él y a la distancia que nos otorga respecto al momento en que facturaste tus días en una indeterminada terminal, sabemos que lo que para nosotros es un mundo, para tí era una simple calle de un barrio inhabitable.
Todavía no ha terminado de cicatrizar el estigma que aquella mañana inflingió la voz de Jesús en mi piel. Se trata de Sergio, me dijo. Ha salido sin dejar señas, ha tomado un vuelo con destino desconocido y no sabemos cuando volverá. Muchos fuimos los que no comprendimos por qué fue así como lo decidiste. Y créeme, aún ahora, me cuesta comprender por qué no sigues sirviendo "el verdadero gin-tonic". Pero no importa, he aprendido a preparármelos casi como lo hacías tú. ¿Sabes? en otro momento, hubiera escrito esto con lágrimas traicioneras brotando de mis lagrimales. Pero ya lo conseguí, hace un tiempo logré tenerlo claro y comprendí por qué tuviste que hacerlo. Tu nombre nunca cabrá en las enciclopedias.
Repasé tus textos, escuché tus canciones, recordé todas las palabras, gestos y conclusiones que sacamos durante aquella sobremesa en el Mombasa. Vislumbré, de nuevo, entre mis recuerdos, todos y cada uno de los conciertos. Recorrí tus calles, tus bares, me refugié numerosas noches y algunas mañanas detrás de las más diversas bebidas espirituosas. ¿Por qué no decirlo? intenté correr hasta alcanzarte. Unas veces sobrio y otras no. Hubo días en que sentí que estaba a escasos segundos de darte caza, los hubo también que me desesperé ante la encrucijada de caminos que tejiste hábilmente para disfrutar tú solo del viaje de la vida. Para que nadie pudiéramos encontrarte.
Pero insisto, ahora ya sé que VIVIR es lo que tú decidiste y que cada 9 de Julio, todos los que un día te quisimos y que no dejaremos de hacerlo nunca, celebraremos tu mensaje de amor y de fraternidad descorchando una botella de champán francés, como tú tantas veces hiciste. Viviremos, en cada gasificado sorbo, momentos que no volverán, pero ganaremos la certeza de que tarde o temprano tú volverás, tal y como prometiste. Y si no vuelves, tranquilo, te alcanzaremos, porque todos, tarde o temprano, decidiremos viajar y en el camino nos encontraremos. Sonreíd pues por eso y decíd con convicción: ¡Por Sergio! al tiempo que las copas hacen chin-chin.
/...Hoy no es un año más... son dos menos.../
Dos años se cumplen hoy desde que cogiste el equipaje y decidiste viajar y, sobre todo, VIVIR. Amar y vivir, pocos fueron los que lo consiguieron; para tí, la única razón de ser. Dicen que el tiempo cura las heridas... ahora, gracias a él y a la distancia que nos otorga respecto al momento en que facturaste tus días en una indeterminada terminal, sabemos que lo que para nosotros es un mundo, para tí era una simple calle de un barrio inhabitable.
Todavía no ha terminado de cicatrizar el estigma que aquella mañana inflingió la voz de Jesús en mi piel. Se trata de Sergio, me dijo. Ha salido sin dejar señas, ha tomado un vuelo con destino desconocido y no sabemos cuando volverá. Muchos fuimos los que no comprendimos por qué fue así como lo decidiste. Y créeme, aún ahora, me cuesta comprender por qué no sigues sirviendo "el verdadero gin-tonic". Pero no importa, he aprendido a preparármelos casi como lo hacías tú. ¿Sabes? en otro momento, hubiera escrito esto con lágrimas traicioneras brotando de mis lagrimales. Pero ya lo conseguí, hace un tiempo logré tenerlo claro y comprendí por qué tuviste que hacerlo. Tu nombre nunca cabrá en las enciclopedias.
Repasé tus textos, escuché tus canciones, recordé todas las palabras, gestos y conclusiones que sacamos durante aquella sobremesa en el Mombasa. Vislumbré, de nuevo, entre mis recuerdos, todos y cada uno de los conciertos. Recorrí tus calles, tus bares, me refugié numerosas noches y algunas mañanas detrás de las más diversas bebidas espirituosas. ¿Por qué no decirlo? intenté correr hasta alcanzarte. Unas veces sobrio y otras no. Hubo días en que sentí que estaba a escasos segundos de darte caza, los hubo también que me desesperé ante la encrucijada de caminos que tejiste hábilmente para disfrutar tú solo del viaje de la vida. Para que nadie pudiéramos encontrarte.
Pero insisto, ahora ya sé que VIVIR es lo que tú decidiste y que cada 9 de Julio, todos los que un día te quisimos y que no dejaremos de hacerlo nunca, celebraremos tu mensaje de amor y de fraternidad descorchando una botella de champán francés, como tú tantas veces hiciste. Viviremos, en cada gasificado sorbo, momentos que no volverán, pero ganaremos la certeza de que tarde o temprano tú volverás, tal y como prometiste. Y si no vuelves, tranquilo, te alcanzaremos, porque todos, tarde o temprano, decidiremos viajar y en el camino nos encontraremos. Sonreíd pues por eso y decíd con convicción: ¡Por Sergio! al tiempo que las copas hacen chin-chin.
/...Hoy no es un año más... son dos menos.../