26 noviembre 2009

Fago... o la España del trabucazo

Lo de menos es dónde. En la historia de la humanidad es una constante que, siempre que ha llegado alguien nuevo a un lugar y ha intentado cambiar las costumbres y normas instauradas por otras nuevas en búsqueda de la modernidad, de la propseridad, del regocijo personal o de cualquier otra volátil convicción han habido tortas. Y cuando digo tortas, digo hostias con mayúsculas y muerte.


Fago, un bello pueblo anónimo y genérico del Pirineo aragonés ahora es tristemente conocido y, en el futuro, será rememorado por un crimen rancio y oscuro. Un crimen de los de la España del trabucazo. De esos que nacen de la intolerancia y de "a ver quién la tiene más grande". De la incapacidad manifiesta de intentar hacer del diálogo y el entendimiento el único arma de lucha plausible en una Democracia. Del deseo de "quitarse de encima" sitemáticamente al contrario.

¡Ojo! Que ni soy de Fago ni he estado en mi vida. Que los que allí viven dirán que sólo ellos conocían las maniobras despóticas del finado alcalde. Que era una mala liendre y los tenía oprimidos.

Bueno, a los hechos me remito señores. Ahí tienen a su antiguo alcalde bajo tierra, después de que el deseo de venganza de unos y la omisión concienzuda de otros provocara que un día de enero de 2007 no regresara a casa. En su lugar, terminó en un depósito de cadáveres con el pecho reventado de postas de escopeta de caza.


Pues bien, me niego a entrar en valoraciones de si uno era muy malo y veinte eran muy buenos (alrededor de veinte habitantes censados tenía el pueblo) o al contrario. Hay un muerto. Prueba suficiente para aseverar que el ser humano es un mierdas. Que en un pueblo de veinte da igual quien haya sido. Que uno apretó el gatillo y el resto le animaron. Que en nuestra condición está el deseo de venganza y de aniquilamiento del contrario. Y me da mala gana. Que cuando el hombre recurre a la escopeta en vez de a las leyes y la legalidad vigente es que algo falla. Y así, por esa razón, de chanfainas y sangrías estaría lleno el mundo.


Pensemos por un momento, no es tan complicado. Escojan una avenida de cualquier ciudad que les plazca, piensen en un portal y elijan la escalera de ese portal que prefieran (en este caso da igual derecha, izquierda o centro). Muy bien. Gracias por no perderse hasta aquí. En esa escalera hay un vecino en el tercero que no hace más que incordiar con la música al resto de congéneres. No contento con eso, convive con un delicado perrito, el cuál, en alguna ocasión, ha orinado en el rellano. Y para más inri toca en un grupo de rock, rack o lo que narices pueda ser esa basura que ensaya casi a diario para delirio del personal. Vayamos un poco más allá. Si fuera esta su casa... ¿qué haría? Le propongo, señor/a lector/a dos vías alternativas y excluyentes:

A-
1) Intenta dialogar razonadamente con su vecino. Él hace caso omiso.
2) Expone el problema en una junta de vecinos. Los vecinos se hacen eco. Él hace caso omiso.
3) Este paso es para los frikis. Llamas a España Directo y que lo saquen en directo, a ver si se le cae la cara de vergüenza.
4) Pones una denuncia y que sea el juez el que determine qué debe hacer el vecino en cuestión o la comunidad de vecinos en su conjunto.

En muchos casos no haría falta ir más allá del paso 1.

B-
1) Conspiras con el resto de vecinos en contra del agitador.
2) Comienzan las malas caras y los desmanes, todos contra todos. El agitador responde trasteando todavía más con los esfínteres del personal.
3) Los ánimos se soliviantan.
4) Se huye ¡pum! en las escaleras y la sangre del melómano rockero y amigo de los animales fluye por el rellano.

¿Quién ha sido? No me jodan hombre. ¿Qué más da quién apretó el gatillo? El problema está en que una pandilla de hipócritas ha tratado de quitarse de encima al vecino que no convenía en una escalera de gente bien, en lugar de intentar llegar a un acuerdo por el cual la convivencia fuera posible.

Visto así, ¿qué más da que Santiago Mainar sea o no culpable? ¿Qué importa que este hombre empuñara el arma si había una nutrida cuadrilla detrás animándole a hacerlo?
Insisto, algo falla. Desde la justicia hasta la propia conciencia del hombre. Y además, ahora vienen a contarnos los psiquiatras, los psicólogos y demás tontólogos de turno que un hombre que había sido forestal toda la vida de Dios, ahora es narcisista con delirio paranoide y que, poco menos, es el "Libertador de Nazaret" por autoinculparse del asuntillo.

Alguno tenía que poner la carita para recibir las tortas. Y he aquí el hombre; a medio camino entre un Ecce Homo y el Ché Guevara. Ahora escriban y cuenten (sí, esto también es una crítica al sensacionalismo informativo) que estaba loco, que sufría paranoias, que su hermana es monja y su tía viuda o que se inyectaba salfumán. Pero sigan olvídandose de todos los cabezas huecas, intolerantes y cobardes que aquella fría tarde de enero tiraron la piedra y escondieron la mano.

¡Ah! y lo dicho, la justicia como siempre. Ante la duda, la más tetuda. Como no hay otro candidato mejor, a la cárcel con éste. Se redacta una versión oficial digna de Agatha Christie y a dormir a pierna suelta.

Que Dios reparte suerte y allá ustedes con su conciencia. Y con su concepto de Democracia.

Vía | Filtrando la Realidad
Imágenes | Filtrando la Realidad, Google Images, Youtube, Heraldo de Aragón, 20minutos.tv, El País

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo interesante del post es q no has tomado parte ni por unos ni por otros. pero si el señor mainar disparó y se demuestra, tendra q cumplir pena como ejecutor.
Entiendo q qiers decir q cada cual no puede tomarse la justicia por su mano hacienod buenos sus valores éticos propios sin reparar en la ley. Y dsd luego q algo falla... pero se ha ido contra la persona como ser y contra la ley. Y eso hay q juzgarlo.

Eduardo Lázaro dijo...

@ Anónimo:
Más allá de que no haya tomado parte por unos ni por otros y mucho más allá de que deba ser juzgado, lo que he querido expresar en este post es la miseria de la condición humana. La incapacidad dialéctica y el odio visceral es una de nuestras motivaciones más fuertes... y eso es lo que me resulta tan poco agradable.

Da igual Fago o cualquier otro sitio; no importan los nombres de Grima, Mainar y demás ralea. El asunto es que la muerte y el ataque al contrario nunca desaparecerá de nuestras vidas.

Por eso, este post, más que un análisis de los sucesos acaecidos en Fago, es una bofetada en la cara de todos y cada uno de nosotros. Entre los cuales me incluyo.